El castillo de cuento de hadas de los alemanes, famoso en el mundo entero: El castillo de Neuschwanstein, en Baviera, es la obra maestra arquitectónica inacabada del Rey Luis II. El refugio de su huraño inventor y promotor es actualmente una gran atracción turística. Un promedio de 1,5 millones de visitantes anuales se dejan fascinar y hasta 10.000 personas diarias se sumergen en su mundo mágico. No se había ideado como edificio representativo para la demostración de poder, pero resulta espectacular desde una distancia de muchos kilómetros: en la oscuridad, el uso inteligente y sensible de la luz rinde culto al monumento arquitectónico más conocido de Alemania.
El Castillo de Neuschwanstein ejerce un efecto incomparable en las personas: permite descubrir innumerables detalles inspirados en diferentes culturas y estilos arquitectónicos.
El diseñador de iluminación Walter Bamberger concibió y realizó el nuevo diseño lumínico alrededor de este castillo de cuento de hadas. Para este fin, estudió profundamente a su promotor, el Rey Luis II, y la historia de la edificación. «La estructura delicada y la riqueza en detalles de la arquitectura son fascinantes, a la vez que representa un desafío», declara Baumberger. «El gran reto consistió en resaltarlos de tal manera que desplegaran su efecto incluso al contemplarlos desde una distancia de varios kilómetros.»
Cuando se tuvo que sustituir la antigua iluminación de exterior de la década de los 80 («¡Se limitaba a dar luz!»), por luces LED de bajo consumo y respetuosas con los insectos, la Administración de Palacios Bávara, como instancia encargada de tomar la decisión definitiva, rechazó los conceptos de iluminación que ya se habían elaborado y recomendó al municipio responsable de Schwangau recurrir al estudio de Walter Bamberger.
También el especialista en puestas en escena lumínicas especiales solo se dio por satisfecho en el segundo intento de la presentación que pretendía «destacar claramente de una simple iluminación universal profana». La planificación del estudio de ingeniería suscitó el entusiasmo de los administradores de la joya arquitectónica.
La solución de Bamberger: exagerar un poco las luces y sombras y resaltar los detalles como si Neuschwanstein hubiera sido creado al estilo de un pastel. «Es necesario saber captar en profundidad la filosofía del castillo que, en realidad, nunca ha sido terminado».
Una torre que recuerda a un minarete y que documenta el entusiasmo del Rey Luis II por la cultura otomana forma parte de una composición visual con elementos de fortalezas medievales y el aspecto de una torre de vigía romana.
Walter Bamberger, diseñador de iluminación
🔵 Poste con proyectores 1 Caseta del guarda 2 Torre de planta cuadrada 3 Patio inferior del castillo 4 Patio superior del castillo 5 Residencia del caballero 6 Aposentos de la dama 7 Torre de escaleras 8 Palas
Walter Bamberg describe así su planificación de la puesta en escena lumínica del Castillo de Neuschwanstein: «Buscar los elementos arquitectónicos y leerlos en la fachada». El uso consciente de efectos de sombra consigue que el castillo conserve una gran plasticidad de noche e incluso a gran distancia. «Para cada situación individual de esta arquitectura diseñada por el mismo Rey Luis buscamos luminarias que pudieran aportar la correspondiente distribución de luz y potencia», explica Walter Bamberger. «Hemos dividido también la luz en sus componentes individuales.»
Los diferentes proyectores de BEGA ofrecieron un nivel de aplicación ideal para crear la profundidad plástica y variar la cantidad de luz. «Jugamos mucho con la gama de productos de BEGA y creamos una mezcla única para la puesta en escena nocturna del castillo», dice Walter Bamberger. Once proyectores de potencia, de alta potencia y compactos resaltan el Castillo de Neuschwanstein a gran distancia. El hecho de que los distintos proyectores estén disponibles con diferentes distribuciones de la intensidad lumínica y potencias lumínicas ayudó a adaptar exactamente el concepto de Walter Bamberger para este castillo mundialmente famoso.
Walter Bamberger, diseñador de iluminación
Poner en escena en la oscuridad el conjunto de las características distintivas no fue el único gran desafío. Walter Bamberger experimentó con una puesta en escena final excepcional por la noche: «La luz no se debía apagar simplemente», explica el ingeniero. Poco antes de las 23 horas se ofrece al observador un espectáculo en el cual los elementos centrales del castillo se van fundiendo en primer lugar con la oscuridad de la noche. La luz se va atenuando suavemente y acaba apagándose. «Después, a gran distancia, las dos torres dominantes parecen formar dos castillos diferentes. Son unas imágenes inconfundibles», subraya Walter Bamberger. Tras la reproducción de las escenas finales de la iluminación, el Castillo de Neuschwanstein se pone finalmente a dormir.
El conjunto está envuelto en el carácter mítico de esta obra de arte del siglo XIX. Walter Bamberger resume así la fascinación que irradia Neuschwanstein: «Tener el privilegio de trabajar en un edificio tan conocido es algo muy especial y nos llena de orgullo».